top of page

Diferencias Reunidas

Raquel Tibol

El ámbito urbano, creación humana por excelencia, motiva la producción de Paloma Torres, quien en esta serie de Columnas, Muros y Bolas muestra una sorprendente madurez como escultora, y a la vez un sobresaliente dominio de la cerámica, que es su medio, y de la geometría emocional que define la estética de sus estructuras.

Casi tres lustros de una manipulación constante con el barro, en piezas de bulto o bidimensionales modeladas, coloreadas y cocidas o no cocidas, le han dado acceso a planteamientos cada vez más difíciles, tanto en la arquitectura de las obras como en el tamaño de las mismas, y también en los aspectos decorativos, consistentes en esgrafiados, amarres, incisiones adherencias, agregados superficiales o penetrantes del mismo barro o de tubos de fierro, y sugerentes agujeros que establecen un adentro y un afuera.

Aunque el barro, materia prima, admite cualquier sistema de trabajo, Paloma Torres rechaza la gestualidad, la improvisación y el impromptu en pro de un proceso controlado y perfectamente organizado. Gracias a ello ha podido llegar a verdaderas audacias tanto en las dimensiones, que aborda con soltura, como en los vacíos, sin temor a lo peligroso de la manipulación de la sustancia frágil, cuya consistencia apuntala con embones bien calculados.

Acertado resulta el nombre de Muros para cada una de las caras de los esbeltos paralelepípedos algo irregulares, porque su apariencia es de choza y volumen tal que podrían ser penetrables. Colocados a la intemperie, mas de uno intentaría utilizarlos como refugios, como cabañas surgidas de un relato fantástico.

Para una apreciación mas cabal de estas cerámicas monumentales hay que considerar también la familiaridad que guardan con las construcciones megalíticas, como los alineamientos de menhires, las cámaras de dólmenes o los cofres sepulcrales llamados cistas. Pero en el trabajo de Paloma Torres no campea la idea de muerte; sus especulaciones se orientan a la posibilidad de amueblar la ciudad contemporánea. Lo comprueba el hecho de haber ganado en 1991 el concurso para elegir en Cumbel, Suiza, la escultura conmemorativa por 700 años de la Confederación Helvética.

Como las columnas de Paloma Torres no tienen base ni capitel, en la decoración del fuste (siempre de forma cilíndrica) descansa su variedad y su peculiaridad. Las fuentes estilísticas para sus juegos de líneas, planos y colores son muy variadas: neoplasticismo, abstracción lírica, constructivismo emblemático y evocaciones muy libres de relieves prehispánicos, en especial de las grecas y sus meandros. Del neoplasticismo hereda el uso de formas geométricas simples en proporciones elementales y ritmos verticales y horizontales; sólo que en vez de la aplicación exclusiva de colores primarios, su paleta se compone de negro, verde, blanco, rojo y azul.

A la abstracción lírica le debe la espontaneidad en composiciones expresivas que alteran la pura verticalidad del cilindro e imprimen a la columna una irregular dinámica espacial. Tomando como maestro a Joaquín Torres-García, divide la superficie en compartimentos que reciben símbolos elementales de la naturaleza, entonces parecieran resonar las palabras del teórico y artista uruguayo: “volver en cierto sentido a la prehistoria considerar de nuevo lo que es esencial al arte, dar de nuevo con sus eternos principios y ser lo que no hemos sido jamás: unos primitivos”.

En los Muros la vivacidad de los colores desaparece para dar lugar a una nueva coloración de ocres, grises y negros, empleados con mucha delicadeza y mayor participación de contornos dibujísticos no exentos de intenciones figurativas.

Paloma Torres ha ido ganando en la escultura cerámica mayor coherencia entre los factores artesanales y los artísticos. Con su actual producción ella hace valiosas aportaciones a la esculto-arquitectura, concepto diferente al de la esculto-pintura que sucede en el plano.

Conviene advertir que el factor generacional no se tomó en cuenta para exponer simultáneamente las obras de Claudia Fernández, Rocío Maldonado, Patricia Soriano y Paloma Torres.

bottom of page